En este vídeo, Greg nos demuestra que el sonido puede hacer cambiar el sabor de los alimentos.

Sobretodo nuestro gusto y/o la manera como nosotros percibimos el alimento. Por ejemplo, para conseguir que una patata frita sea mucho más crujiente, sólo hace falta escuchar música de alta frecuencia.

La comida en los aviones no es sabrosa por el gran ruido ambiental que tenemos en ese momento. También podemos conseguir que los alimentos tengan un sabor distinto según el tono del color que apliquemos.

Los sonidos de alta frecuencia nos aumentan el sabor dulce de los alimentos, en cambio los sonidos de baja frecuencia aumentan el sabor amargo. ¿Creéis que el sonido podrá reemplazar el azúcar? ¿Qué tipo de música se debería poner en un restaurante?

Nos retan a que lo testemos nosotros mismos. Prepararos un café y con unos auriculares decidnos si el sabor del café cambia cuando escucháis las dos bandas sonoras de este vídeo. ¿Os atrevéis?

Más Info: One Produccions | One Media 

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