La boda se ha convertido en el día a día del fotógrafo profesional, pero realizar un trabajo de calidad no es tarea fácil

Las bodas han ido incorporando cada vez más novedades con el paso de los años. Desde la sencillez y tradición del siglo pasado, con pocos invitados y la humildad por bandera, hasta eventos de enormes dimensiones con incluso más de un día de celebración en la actualidad. También ha habido muchos cambios con respecto a la tecnología. De la mano de la evolución de las cámaras también ha ido la profesionalidad de los fotógrafos, que cada vez son más capaces de proporcionar trabajos de altísima calidad y belleza. Aun así, aunque pueda parecer sencillo, una boda supone todo un reto si el objetivo final es un álbum de ensueño. Por ello, os damos algunas claves para que la labor sea lo más eficaz y eficiente posible:

Una buena planificación

Puede parecer obvio, pero preparar el material con antelación puede evitarnos muchos disgustos. Nunca hay que confiarse y es mejor revisar las cosas dos veces antes que llevarnos una sorpresa el día del evento. También es necesario conocer todos y cada uno de los momentos de la boda para saber en que lugar hay que estar en el momento indicado. Por ello, acudir a todos los emplazamientos clave y que los novios expliquen como será, ayudará sobremanera a los fotógrafos.

Dos, siempre mejor que uno

Dos fotógrafos capturarán mejor los momentos que uno solo. No solo por el hecho de que recabarán el doble de instantáneas, sino porque permite la posibilidad de aportar diferentes perspectivas y aporta la seguridad de que hay alguien para ayudar ante cualquier contratiempo. También es recomendable el uso de dos tipos de lente que abran un abanico de posibilidades.

Material puntero

Un buen equipo es lo que una de las características que nos hace sobresalir por encima del resto, pero de nada sirve si no se aprovecha al máximo. Tener unos buenos aparatos, grandes objetivos y una iluminación perfecta debe ir acompañado de un dominio de los mismos. La tecnología avanza cada día y hay que estar a la última para ofrecer a los novios todas las posibilidades existentes.

Atención en los momentos clave

En ciertos puntos no hay que arriesgar. Prepara el modo ráfaga y no pierdas un segundo en momentos como la entrada de la novia, los anillos, el primer beso o la salida del templo. Aun así, si has realizado una buena preparación, sabrás hacer de ese instante una auténtica obra de arte fotográfica sin perder un ápice de la emotividad y autenticidad del momento.

Capturar los pequeños detalles

En los detalles está la clave. Aquí toma un papel crucial el ojo clínico del fotógrafo para saber capturar lo que hace a cada boda única y diferente del resto. Una mirada, una sonrisa, un zoom para un objeto o momento muy concreto… hay infinidad de situaciones a las que el fotógrafo deberá estar atento.

Amplios conocimientos de edición

La fotografía no termina hasta que pasa por el ordenador. Si hemos utilizado el formato RAW tendremos muchas más posibilidades de crear sin perder la calidad de la imagen. Un buen conocimiento de programas como Photoshop puede cambiar por completo una instantánea. Por supuesto no hay que falsear una fotografía, sino jugar con los diferentes elementos de la misma para conseguir la imagen perfecta. Con suerte, reposará sobre una repisa durante decenas de años.

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