Alguien dijo que no hay director que estropee un buen guión. Eso es casi cierto: Youtube está plagado de brillantes ideas filmadas con un móvil, el Movie Maker y ningún conocimiento de cine. Y sin embargo están ahí, con millones de reproducciones.

¿Hemos perdido el gusto por la forma, como nos pasa con la música en mp3? No. Pero el guión, la idea, sigue siendo la madre de todas las batallas. Como una canción de los Beatles sigue siendo una canción de los Beatles aunque la toque yo con una guitarra española desafinada.

Cuando el cliente nos encarga un video, en las productoras comenzamos a pensar en realizadores, iluminación, raíles o cámaras de last generation. Queremos -somos profesionales- que la idea que nos proponen llegue a los ojos del espectador como la mejor producción posible, y así ha de ser. Pero ocurre en algunas ocasiones que el guión no está a la altura del resultado técnico. Entonces el video, la película, no tiene recorrido ni resultados. Nuestro trabajo se cae con el conjunto.

Los malos guiones son el mayor enemigo del prestigio de las productoras audiovisuales y hemos de huir de ellos como de la paella con chorizo de Jamie Oliver. Cuesta decirle que no a un cliente. Mucho más decirle que su guión no sirve. Pero a la larga sale barato.

Jamie Oliver

La producción audiovisual -tan complicada ella tantas veces- no es más que poner en el mundo físico el sueño inmaterial de un autor. El espectador quiere ver el sueño con sus ojos, quiere sentir la historia. Cuando de niño vi la primera película de Indiana Jones no me paré a pensar en los filtros de la cámara ni en los travellings ni planos secuencia que metía el director. Me impresionó aquella piedra gigante que rodaba hacia la pantalla y el fabuloso scalextric dentro de la mina, pero lo que me quedó fue una historia buena y bien contada, cosa que no me sucedió tras visionar el episodio II de Star Wars, o la para mí espantosa Waterworld de Kevin Costner, que no andaban mal de presupuesto ni de efectos especiales. Es como el maquillaje: el mejor es el que no se nota, el que nos hace creer que la persona maquillada es así, como dijo Cindy Crawford a unas admiradoras (¡no os engañéis: recién levantada, ni yo misma me parezco a Cindy Crawford!).

No estoy de acuerdo del todo con la primera frase de este artículo: existen malas producciones, y algunas casi han destrozado un guión aceptable. Por supuesto que una buena producción acrecienta el valor del cuento. La misma película de Indiana Jones o el séptimo capítulo de la ultima temporada de Game of Thrones, deben parte de su éxito a grandes producciones. Pero como también dijo otro: no hay director que arregle una mala historia.

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